CÓMO DISFRUTAR DE TU BODA
PORQUE ESE DÍA NO TODO ES CUESTIÓN DE FLORES Y VESTIDOS.
Una boda no es algo que pase todos los días. Al contrario, es un acontecimiento tan extraordinario, que con suerte solo sucederá una vez en la vida. Es tan especial, tan esperado, tan planificado, que merece la pena asegurarse de que, cuando al fin llegue, vas a disfrutarlo al máximo.
Sin embargo no todas las parejas logran que ese día sea realmente “el más feliz de sus vidas”. Es posible que lo hayan planeado hasta el más mínimo detalle, que hayan gastado mucho dinero en flores, vestidos y detalles. Que el menú fuera exquisito. Pero algo falló. No pudieron sentirse a gusto, no pudieron disfrutarlo.
A veces son sencillamente los nervios los causantes de esto. Las ganas de que todo salga perfecto pueden jugarnos una mala pasada. No son pocas las novias que recuerdan cómo en su boda estuvieron más pendientes de que las cosas salieran como estaban planeadas que de disfrutarlas realmente. Si eres de este tipo de novia muy responsable, muy planificadora y te obsesiona que las cosas salgan como planeaste, sabrás de lo que hablo.
Otras veces son las propias inseguridades de las personas, la timidez o los complejos los que arruinan las sensaciones de la boda. Ese día los novios son los protagonistas y serán el centro de todas las miradas. En especial, la novia es observada de arriba a abajo durante todo el día por todo el mundo. Su vestido y su aspecto en general serán motivo de comentarios. En esas circunstancias es fácil sentirse juzgado. Nunca es agradable sentirse así y mucho menos para las personas inseguras o que sufren algún tipo de complejo.
En otras ocasiones las causas de no poder disfrutar de la boda son totalmente externas. Algo salió mal o hubo imprevistos que nadie supo resolver. Por ejemplo no había un plan B por si llovía y los invitados se mojaron. O el catering no estuvo a la altura de lo que se había pactado cuando se hizo la prueba de menú. O el fotógrafo estuvo todo el día diciendo a los novios lo que tenían que hacer impidiendo que se movieran con libertad.
Hola, soy Eric Parey, fotógrafo de bodas y, aunque no soy psicólogo ni nada parecido, me importa mucho que las parejas disfruten de verdad el día de su boda. Y me importa porque, desde el momento que me contratan, siento a mis parejas como algo mío. No lo puedo evitar. Su aventura me interesa, sus vidas me interesan, el modo en que se conocieron me interesa… todo me parece importante porque siento que ya estamos conectados de alguna manera. Están dentro de un círculo de confianza en el que tendrán todo mi apoyo, toda mi experiencia y toda mi empatía para que su aventura acabe bien.
Si eres de las que planean su boda para poder disfrutarla con tu gente y no para compararla con la de tus amigas, si para ti ese día debe ser una auténtica fiesta y no un evento social, si quieres hacer las cosas a tu manera y no como se supone que se hacen siempre por costumbre o por moda, te pueden interesar estos consejos.
1 Elige bien a tus proveedores. Tienes que poder confiar en ellos.
Lo primero que debes saber es que preparar una boda no tiene porqué ser algo estresante. Al contrario, tienes que poderlo disfrutar. Para ello, empieza a prepararla con tiempo suficiente y busca ayuda en los profesionales que hacen esto todos los días. Están para eso. Contratar una wedding planner es una buena idea si sabes elegirla bien. Exactamente igual que con el resto de proveedores. Verás que hay muchos, la clave está en la selección que hagas. Encontrarás precios muy diversos, pero eso no será la mejor referencia para escoger: hay gente cara que no te gustará y gente menos cara que vale mucho. Elige a aquel en el que sientas que puedes confiar. Para ello busca referencias, pregunta, pero acaba guiándote siempre por una cosa: tu intuición. Yo creo en eso. Y más aún en la intuición femenina. Es mejor confiar en alguien con quien tienes buen feeling que en alguien que simplemente tiene mucha fama.
2 Cuida tu imagen personal. Siéntete tú misma
No lo dudes, si eres la novia, el día de tu boda todos los ojos estarán puestos en ti. Al novio también lo mirarán un poco, pero menos, ya sabes. Si eres tímida o tienes tus pequeños complejos te ayudará mucho ese día sentirte muy segura de tu aspecto. Eso incluye el vestido, el maquillaje, el peinado, etc… Probablemente en tu boda llevarás el vestido más sofisticado y con más tela que hayas llevado nunca. Es importante elegirlo muy bien porque querrás estar espectacular pero no ridícula. Quizá quieras sentirte una princesa pero eso no significa que quieras ir disfrazada. Es curioso que, para una compra tan cara y tan importante, pocas novias piensen en contratar a una asesora de imagen. Aún así te dejo un truco conocido en el mundillo: cuando una novia se viste con el vestido que está destinado a ser el suyo, no podrá evitar llorar. A veces no es la novia sino su madre o su hermana la que llora, pero sirve lo mismo.
3 rodéate de la gente que te transmite buen rollo.
Las personas no somos islas y no podemos disfrutar si estamos rodeados de gente que nos estresa, nos incomoda o nos crea preocupaciones que no teníamos. Yo siempre aconsejo a mis parejas que inviten a su boda sólo a las personas queridas de verdad para ellos, sin compromisos. Y sobre todo que elijan muy bien a las personas que estarán a su lado en los momentos de más nervios. Por ejemplo mientras te pones el vestido. Quizá necesites ayuda (hay vestidos realmente complicados) pero no necesitas que te estén recordando constantemente lo tarde que se ha hecho. He conocido novias capaces de pedir a su propia madre, la dueña de la casa, que se marchara y la dejara a solas con sus amigas.
Pero recuerda que en tu boda no sólo tienes derecho a elegir a tus invitados sino, especialmente y sobre todo, a los profesionales que trabajarán para ti. Con ellos también debes tener buenas vibraciones. En especial hay uno que va a estar a tu alrededor todo el día: el fotógrafo. Va a estar más horas contigo que nadie, pues aparece cuando empiezas a prepararte y se marcha después del baile. Asegúrate de encontrarte muy a gusto con él, de tener confianza y que no sea para ti un extraño. Al fin y al cabo le has abierto la puerta de tu vida más personal e íntima. Busca profesionales adecuados (la wedding planner que sepa coordinar y organizar, el fotógrafo que haga buenas fotos, la maquilladora que sepa sacar lo mejor de tu rostro, …) pero asegúrate de encontrar también a las personas adecuadas. Y eso, querida novia, no tiene que ver ni con su fama, ni con su publicidad, ni con sus tarifas.
Si te parece que estos consejos tienen sentido
quizá te interese lo que puedo ofrecerte.
Lo llamo fotografía con empatía y no es más que una manera de decir que el trabajo que entrego a los novios, las fotografías, sólo es una parte de lo que hago. Que no me conformo con que las fotografías sean bonitas sino que quiero que los recuerdos asociados a ellas, las emociones, las sensaciones de las parejas mientras hacemos las fotos, sean tan bonitos o más que las imágenes.
Para lograrlo no tengo ningún truco. O quizás sí. Se llama dedicación, atención, mimo, sensibilidad y ¡tiempo! Porque el tiempo ayuda mucho en estos casos. Tiempo para conocernos. Tiempo para contarnos cosas. Tiempo para acostumbrar el oído a los clics de mi cámara. Tiempo también para no ir con prisas ese día y poder saborear los momentos.
Esta es Vanessa en su casa. Rodeada de sus damas de honor y su madre. ¿Dirías que la novia está tensa?
Hay otra cosa que te puede interesar.
Como fotógrafo de bodas, además de fotografías chulas, ofrezco los servicios de maquillaje, peluquería y estilismo para la novia. No es obligatorio contratarlos por supuesto. Cada uno (o una) tiene derecho a preferir a su peluquera habitual o a alguien cuyo trabajo sigue y admira desde hace tiempo. Más para un día tan importante como ése. Pero hay muchas novias que no saben a quien confiar su imagen personal o no están acostumbradas a maquillarse o, simplemente, se casan lejos de su lugar de residencia y tienen que ponerse a buscar estilista a distancia.
Por eso desde hace un par de años ofrezco este servicio como un complemento más a los habituales de los fotógrafos (prebodas, postbodas, albums, etc…). Si valoras a las personas que transmiten calma, que son delicadas en el trato y que saben lo que hacen, te gustará mi estilista Mar. A mi me gustó tanto que me casé con ella jajaja.
Aquí teneis la opinión de una novia sobre Mar.